respeta los ciclos de la vida

Respeta los ciclos de la tierra tanto como debes respetar tu momento vital.

La fertilidad fluye cuando se acompasa con los ciclos de la tierra. No puedes pretender que un almendro de frutos en invierno o que un oso hiberne en verano. Del mismo modo, respetar tu ritmo, ayudará a que todo fluya mejor. Y no sólo eso, te ayudará a identificar las auto exigencias, a frenar los sentimientos de culpa y la necesidad de dar una imagen concreta que no sea coherente contigo.

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Este ha sido un verano extraño. Y sé que no solo para mí, sino para el conjunto de la sociedad. 

Este Covid-19 tiene la gran mayoría de los sistemas en alerta, y genera innumerables efectos en la vida de las personas. Mi sensibilidad ya de por sí alta está a flor de piel, y no solo por ello, sino además, y fundamentalmente, porque este verano, han fallecido dos personas muy allegadas, dos personas con las que he tenido un trato muy intenso y que han influido mucho en quién soy hoy. Y no por el coronavirus. Mariano, hermano mayor y el primogénito de la familia, y Juanjo, amigo desde pronta edad, pilar y apoyo en tantos momentos vitales, consejero, maestro de la vida y el mejor oyente y amigo que se ha cruzado en mi camino. Ambos, referentes esenciales en mi vida.

En esa situación el blog ha sufrido un parón inevitable. 

Lo intente continuar tras la muerte de mi hermano, pero paró abruptamente ante ese segundo fallecimiento incapaz de no mirar hacia dentro de mí y lo que me estaba pasando. No podía seguir adelante como si no hubiera pasado nada. 

Y ese parón me ha activado momentos de crisis y culpa. ¡Tengo que publicar en el blog! ¡Qué vergüenza, si lo acabo de sacar, como no voy a escribir nada ahora en él! 

He tenido ramalazos de autocrítica y autoexigencias. Me he planteado mi falta de compromiso para conmigo misma, el blog y todo ese colectivo de personas que, sin apenas publicidad, se han suscrito a seguir el blog. Pero no he podido.

No es tanto que no me saliera inspiración para escribir, algo que hago casi a diario como una necesidad del alma, aunque no todo sea publicable aquí. Es que no daba pie con bola en veinte mil detalles: me faltaba claridad sobre lo que quería publicar o agudeza al expresarlo, no daba con el formato, con el proceso de elegir e insertar las imágenes, me desenfocaba con temas ajenos a la temática de mi blog …. y además, el diseñador web que me está ayudando con la web ha sido padre (la vida y la muerte en su danza infinita) y está en una vorágine propia de ese momento vital.

Pues eso. Esta es la explicación de este silencio ignominioso en el blog. Y del parón que se ha producido en tantos otros aspectos de mi vida.

Y sin embargo, al permitirme vivir ese proceso la lección más importante que he aprendido en este tránsito es respetar mi momento vital

Sentirme, escucharme internamente e ir a mi ritmo frenando ese murmullo de conveniencias sociales y exigencias autoimpuestas. No es fácil en una sociedad que superó la quinta marcha de velocidad hace años y que no puede bajar de ahí. ¡Y que muchas veces ni siquiera ve lo bien que le vendría hacerlo! Y aun incluso muchas personas, sintiéndolo dentro de sí, miran para otro lado porque no se quieren reconocer ahí, no se atreven o no saben cómo hacerlo o cómo enfrentarse a un entorno social que lo que más transmite es el valor de la acción y la producción intensiva y desaforada.

Soy consciente de que en la vida en la ciudad no sólo no respetaba mis ciclos ni mis tiempos, es que ni los conocía por estar desconectada de ellos. Me recuerdo en mi etapa como letrada y gerente del despacho, casi corriendo por el pasillo, con esos tacones que ahora descansan de tantas carreras en el armario, resolviendo veinte mil cosas a la vez, enfrentando decisiones de recursos humanos, de política presupuestaria, de necesidad de un cliente, o de estrategia jurídica en el planteamiento de una defensa, … desconectada de mi ritmo vital real, e imbuida de una acción continua en la que no me permitía apenas pausa. Y así llegue al punto de estrés y ansiedad que me diagnosticaron como crónico, por exigirme resultados a un ritmo muy superior al que podía producir. Y sobre todo, por querer mantener el nivel de exigencia máximo tooooooodo el tiempo.

EL ritmo de producción que nos hemos impuesto como sociedad es absolutamente contra natura. No hay una intensidad tal que sea buena. Ni fruto o recompensa que merezca generar ese grave estrés en el cuerpo de la persona. Ni producción que justifique que una persona no pueda integrar su proceso del duelo, cuando le toca bien de cerca.

Y eso es algo que constato cada vez que observo la naturaleza, que es donde más me dejo inspirar una vez que salí del frenético ritmo que impera en la forma de vida de la ciudad. 

La tierra, como las personas, tiene su propio ritmo. Hay momentos para florecer y dar frutos, otros para crecer,  y tiempo hasta de morir para volver a brotar otra vez. Y también, como yo acabo de experimentar, hay momentos para hibernar.

respeta los ciclos de la vida (2)

Respetar mis propios ritmos y ciclos es el mayor compromiso que puedo exigirme y que puedo mostraros. 

Dejar atrás las exigencias derivadas de una producción desconectada de uno mismo y avanzar al son del fluir de la vida y en sintonía con tus propios ciclos vitales. Y eso he hecho.

La muerte de dos personas tan importantes en mi vida, y tan seguidas en el tiempo, genera una indudable zozobra que hay que dejar salir. No por ignorarla o taparla, sustituyéndola con mil tareas o compromisos, va a dejar de estar ahí. Ese vapuleo emocional es como la removida de la tierra antes de abonarla. Es lo que te va a permitir recoger los nutrientes, aprendizajes y sabiduría que hay en todo duelo. Y sobre todo, es comprobar en mis propias carnes como el cambio de la ciudad al Pueblo no ha sido solo un cambio de escenario, sino un cambio profundo, interiorizado, en el que ya no primo como antaño la producción en sí misma, ni el quedar bien o satisfacer al otro antes que el cuidado a una misma, sino que realmente me he dejado imbuir por la importancia que tiene el respeto a cada ciclo y experiencia vital.

Aquí sigo. Y seguiré, porque este blog es fruto de reflexiones y sentires profundos. Este blog es mucho más que un negocio, o una vía solo para ganar dinero, o de hacer webinars automatizados para atraer público. Este blog es una ayuda para poner en valor el mundo rural y mostrar visiones alternativas al estilo dominante de vida que se enmarca en la ciudad, para equilibrar visiones y realidades.

Así que, aquí sigo aún a pesar de ese parón que ha requerido mi ciclo vital.

Me encantará leerte, y saber si has vivido algo así y como lo has enfrentado. Ya sabes cómo hacerlo, estas herramientas son muy conocidas por la generalidad. Escribe un comentario si te sale compartirlo o mándame un mensaje privado si prefieres más intimidad. O simplemente dejalo sentir dentro de tí; esa será la interacción más poderosa que puedas regalarte. 

Y recuerda que todo tiene su momento, solo tienes que sincronizarte con tu ciclo vital para sentirlo y vivirlo. Conecta con él. 

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