¿Quién va a cuidar la Tierra y a cultivar nuestros alimentos cuando no quede gente en el campo? ¿Quién va a recordar la sabiduría inherente a la naturaleza ¿Quién va a valorar la Tierra como esa casa común que nos da vida a todos, si vivimos siempre alejados de ella?

Articular una nueva relación campo-ciudad que ponga en valor el mundo rural por toda la cultura y aporte que hace a la sociedad humana y el acceso a la naturaleza, como una necesidad básica que debe ser contemplada en el diseño de las ciudades, es el foco de mis charlas y conferencias.

Mi misión es contribuir a cambiar la mentalidad que, aún hoy, aunque no se quiera reconocer, posiciona al campesino como ciudadano de segunda categoría y a los pueblos como lugares residuales. Y que admite, “con supuesta naturalidad”, que las ciudades, sin apenas trato con la naturaleza, son el mejor lugar para vivir, aun a pesar de que los Pueblos satisfacen las necesidades auténticas de la vida con mucho más éxito que la ciudad.