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Comes gracias al agricultor. Sé consciente de ello.

Comes gracias al agricultor, auténtico profesional de la tierra, que ha estado laboreando día tras día su campo para que ese producto llegue a tu hogar, a tu mesa, a tu estómago y al de tu familia.

Por una campaña en pro de la dignidad y valía de los agricultores, auténticos profesionales de la tierra. Primera parte. 

Una de las grandes realidades que ha puesto de manifiesto el COVID-19 es, que el campo no ha parado y que la riqueza agraria sigue más que vigente en nuestro territorio malagueño, andaluz, español y europeo. Tan esencial que, hasta los fondos de inversión se han dirigido vorazmente a invertir en él.

Es la garantía del suministro de alimentos lo que ha mantenido la seguridad en las ciudades durante el tiempo del estado de alarma decretado y durante toda la posterior situación de confinamientos y cierres perimetrales. Tal como además, no podía ser de otro modo, ha sido ratificado desde los gobiernos y la propia Comunidad Europea.

Es el trabajo del campo, -que no ha parado-, el que ha mantenido alimentados a toda la población, especialmente, a la gente de ciudad. 

No hay más que recordar “el pánico” a quedarnos sin comida que se produjo en los primeros días del estado de alarma allá por el ya lejano mes de marzo, y que se manifestó en la desbandada a los supermercados y en la alocada compra de productos alimentarios de primera categoría por parte de familias de todo tipo.

El alimento y la posibilidad libre de acceder a él, y más en países que aún tienen reciente en la memoria de sus mayores la época de escasez, es una garantía de seguridad ciudadana y social.

Sin embargo, es fácil detectar que, lo que especialmente se valora, es EL PRODUCTO.

El saber que seguimos teniendo acceso al alimento.

Pero, ¿y el profesional de la tierra que ha estado laboreando día tras día la tierra para que ese producto llegue a tu hogar, a tu mesa, a tu estómago y al de tu familia?

No me cansaré de decir que está bien recordar la importancia de tener alimento, de disponer libremente de lo que nos gusta en los supermercados, de destacar la inmensa calidad y riqueza de productos gastronómicos que tenemos en España, pero tenemos que aprender y educar en apreciar la dignidad y valía de los “profesionales artesanos de la tierra”, de los AGRICULTORES, (lease agricultores, ganaderos, cabreros, apicultores, …) pues son ellos los que hacen posible que tú tengas un producto que comer.

El trabajo del campo no puede seguir siendo ignorado o desatendido por la ciudadanía.

No es sólo que la sociedad en general no mire bien al campo, ni valore el trabajo profesional que hay detrás de cualquier labor agrícola, o que desconozcan o no quieran conocer la importancia de sus decisiones de compra y cómo afectan al sector agrario y al agricultor. Es que, en general, en la sociedad andaluza y española se ha mantenido la imagen ficticia de que el trabajador del campo es de segunda categoría. Y lo peor es que esto ha calado también en la sociedad rural. 

Son muchas las conversaciones en las que he escuchado al padre decir frases como esta o similares:  

“mis hijos que no se dediquen al campo, mejor que se busque la vida en la ciudad, que allí sí hay futuro”;  

“la vida de campo es un trabajo muy duro y no da pa vivir”, …

Trabajo de agricultor

Durante demasiado tiempo ha existido una tendencia social alta a considerar que dedicarse al campo era cosa de pobres, de los que no saben hacer otra cosa, o de los que no valen para algo de “más provecho”.

Es una idea de pensamiento que se mueve entre la actitud despreciativa (indigna de estimación) y la ignorancia hacia la valía del campesino.

No sé si aun pesan los años de escasez, la historia feudal, o la pobreza vinculada al mundo rural, o es solo el peso de creencias históricas que cuesta remover por alejadas que puedan estar ya de la realidad.

Es uno de los temas que tengo pendiente profundizar y localizar buenas referencias de sociología que lo analicen.

Pero, mientras tanto, y en mi opinión, durante estos dos siglos desde la revolución agrícola que ha generado ese cúmulo de transformaciones sociales a las que me he referido en otras entradas del blog,

” Es como si la sociedad ante su vertiginoso crecimiento hacia la modernidad se hubiera convencido de que la vida urbana es la única forma de vida posible. 

Y en cuanto que opuesta a ella, la vida rural es algo que no se ha valorado ni atendido debidamente, y que se ha visto como algo arcaico que no merecía ser protegido. 

Y quizás por ello, no es sólo que se ha perdido población en los pueblos, y patrimonio, y costumbres, y recursos, y oficios, y saberes y sabiduría,  sino además, y lo más grave, se han perdido generaciones que se sientan orgullosas de ser de campo y quieran dedicarse a una labor noble: la de coadyuvar a la naturaleza a ser parte activa del proceso de la creación.

Por qué, es importante resaltar que, los frutos que actualmente consumimos no son sólo producto de la Tierra, sino el resultado de un arte y una ciencia milenaria (la agricultura) en la que la observación, el buen hacer y la querencia ha hecho posible domesticar a la naturaleza para poder disponer hoy de la enorme gama de productos alimentarios que podemos consumir.

Y eso, a salvo de estos últimos años en los que la ciencia ha tenido un mayor protagonismo, ha sido durante muchísimos siglos, gracias a la milenaria historia del campesinado y sus gentes, sencillas y eruditas a la par, que articulan su vida en torno al medio natural que los envuelve. 

Evidentemente esta realidad debe ser reconocida, resaltada y valorada por la sociedad. 

Pero para eso primero hay que saberlo.

Algo que, como abordaremos en otras entradas del blog, depende también en gran parte del propio colectivo y de las asociaciones que los representan.

En una época en la que todo es campaña de imagen y marca personal, no se entiende aún como los grandes colectivos agrícolas no se han activado aún para crear una imagen de marca potente de las personas que se dedican a la agricultura y mejorar su impacto en la sociedad.

Pero tiempo al tiempo, que por eso desde aquí seguimos hablando y defendiendo la importancia de:

“una campaña que defienda y destaque la dignidad y valía de los “profesionales artesanos de la tierra”: los AGRICULTORES“.

NOTA IMPORTANTE: toda referencia hecha en el texto a los agricultores debe ser entendida en su amplia acepción y comprensiva de toda la gama de productores de base alimentaria del sector primario: agricultores, ganaderos, cabreros, apicultores, ….

Rocío Ledesma para Nathium.com

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